jueves, 5 de mayo de 2016

Bone Tomahawk

Director: Andrew Niccol
Actores: Kurt Russell, Patrikc Wilson, Matthew Fox, Lili Simmons, David Arquette, Sean Young, 
Género:Western
Año: 2015
Duración: 133  min
País : EEUU






Argumento

En un pueblo apacible, una noche llega un forastero extraño que ha traído con él una auténtica pesadilla. 
Esa noche, desaparecen el forastero, el ayudante del sheriff y la mujer de un vaquero.
El sheriff, su segundo ayudante y el esposo de la mujer, emprenden su rescate.
La tarea tiene como añadido que los captores son una tribu, no de indios sino de trogloditas caníbales...

Crítica

Cuando acabé el visionado de esta película, me quedé con la boca abierta.
Se trata de un western oscuro y sombrío de muy bajo presupuesto. Por lo visto, la rodaron en un rancho de California y parece que se están recorriendo el desierto entero.
Su mezcla de road movie con western es perfecta, pues la gran mayoría del metraje se desarrolla en el camino del punto A al punto B y pese a sus más de dos horas, logra mantenerte pegado al asiento hasta el final... ¡Y vaya final, señores!
Esos tonos sepia, de luz mortecina, crepuscular, como la época en la que están, dan calidez y a la vez un toque siniestro, porque sabes que cuando lleguen allí, lo que te vas a encontrar no es bueno, lo intuyes a lo largo de todo el film, pero no me esperaba la explosión de escenas salvajes que los caníbales muestran, recordándome a aquellas producciones italianas de los 70 como Canibal feroz, Comidos vivos o La montaña del dios caníbal, cuyas carátulas en VHS en el videoclub ya me espantaban de niño.
Por lo tanto, no es apta para todos los paladares, pues, como digo, a pesar de ser un western, su tramo final es gore pero del bueno, poquito pero tan bien distribuído y dosificado en su justa medida que consigue mantenerte inquieto. 
La película es lenta, lo cual a muchos ya tirará para atrás, pero a otros, entre los que me incluyo, les fascinará, porque como los western de Leone, se toma su tiempo en desarrollar cada personaje, en mostrar el paisaje, la luz, el atardecer, el tiempo...
Ninguna frase es casual y todo tiene un por qué, hilvanando un guión fabuloso.
La música es justa, pero triste y melancólica, augurando el final que no quieres que llegue, pero que se sabe inexorable.
Kust Russell, no soy imparcial, lo sé, pero es que si lo fuera, no tendría más remedio que decir lo mismo, brilla con luz propia como la estrella que es. Se nota metido en el papel de sheriff, hace que te lo creas, es duro, metódico, impasible, con nervios de acero.
Pero es que el resto de actores también son sobresalientes, matizados al detalle en su modo de actuar, de pensar de razonar, de vivir o de morir.
Para ser una película rodada en 21 días y con un presupuesto bajísimo, da unos resultados tan increíbles que cosas así son las que me hacen recuperar la esperanza de que aún es posible encontrar a gente capaz de hacer algo fuera de lo establecido por Hollywood.

Los extras del disco no tienen desperdicio, con una escena final eliminada bastante curiosa y unas entrevistas en las que se puede observar la sinceridad y el amor por el western que tiene su director.
Cuando algo se hace con pasión, tomádotelo en serio, sabiendo tus limitaciones y no queriendo ni ir más allá de lo que puedes ni aparentar más de lo que hay, queda reflejado en el trabajo realizado. Como dice el dicho, no recuerdo si son estas palabras exactas, pero más o menos venía a decir que no es más fuerte quien usa las mejores armas, sino quien mejor utiliza las armas que posee. Pues eso es justo lo que hacen aquí, usar lo que tienen de forma magistral.
Los efectos especiales son de la vieja escuela, nada de infografía falsa, fría, distante.

Reitero que es de desarrollo lento y con final no apto para personas sensibles. Aquí lo que importa es el camino, el viaje en sí...

Última claqueta

Imagino lo que debió ser aquella época, donde un mundo se tragó a otro y es que la civilización del hombre blanco fagocitó a las tribus indias.
Imagino la dureza de vivir en pueblos donde la ley se hace en el sitio y en el momento, donde si te pegan un tiro en mitad del saloon, todos continúan bebiendo y jugando a las cartas, seguramente, porque un tiroteo era algo habitual en esta época.
Imagino los desplazamientos en diligencia o a caballo, por extensos territorios, acechados por forajidos, índios y vaya usted a saber qué calamidades más... serpientes de cascabel...
Imagino atardeceres, con el horizonte tan lejano que casi parece pertenecer a otro mundo, mientras el sol se oculta, dejando cielos anaranjados y el ulular del viento te trae una mezcla de sensaciones, aromas, sonidos, coyotes, alimañas, escorpiones y el sonido de un revólver o un rifle de repetición.
Imagino todo aquello y pienso que apenas hace poco más de un siglo...


"Di a mi mujer que la quiero... yo saludaré a la tuya..."

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