En los últimos tiempos, más conocido como Halloween, la víspera de todos los santos no siempre se festejó como se hace hoy en día.
Mis mayores me contaban qué se hacía esa oscura noche lejana en el tiempo, en una España antígua y en blanco y negro, en la que, por estas fechas, se compraban castañas asadas y uno se reconfortaba con el calorcito que del cucurucho emanaba, no como hoy, que mientras escribo estas líneas, estoy en manga corta.
Así que
ya tenemos algo diferente a aquellos lejanos días de mis padres, mis abuelos: el tiempo.
La Víspera de todos los santos, se contaban historias de fantasmas, se escuchaban en la radio relatos de miedo, "el Tenorio", como decía mi abuela y se encendían unas velas de aceite que ella llamaba "palomillas" en memoria de los que se fueron antes que nosotros al más allá, al cielo, al infierno o a la nada, según la creencia de cada uno, válidas todas y respetables, por supuesto.
Es noche de cementerios, de nichos escondidos en las zonas más lúgubres y antíguas del mismo.
El año pasado, pude asistir a un evento que se celebró en el cementerio de mi ciudad, en la noche, un recital de versos, música, envueltos en la oscuridad, alumbrados por velas y rodeados de tumbas.
Al principio, me pareció una idea macabra, pero conforme el ambiente nos fue envolviendo, y me adentré en el sentido del acto, fuera de las típicas bromas que al entrar se van haciendo con los amigos, me di cuenta de la solemnidad del tema y de que allí, en la oscuridad, en el silencio, tan sólo roto por la voz de la persona que recitaba los versos, nos encontrábamos rodeados de la última morada, del descanso eterno, el fin de la vida, de familiares y amigos...
Que los niños se disfracen de vampiros, brujas, zombies y se hagan fiestas y uno se lo pase bien, usando como pretexto cualquier fecha, me parece estupendo. Como ya he dicho antes, todas las tradiciones son respetables, pero añado, inclusive las propias.
Yo mismo, los tiempos cambian, los medios también, suelo agarrar un par de pelis de miedo y ponerlas esa noche, pero procuro no olvidar mis raices, encender una vela por los que ya no están, por si acaso hay un más allá y desde allí, pueden ver esa pequeña luz que yo enciendo
Para sorpresa mía, he encontrado las anteriormente nombradas palomillas de aceite. No creo que las use, por pura comodidad de una vela, pero imagino, que mi abuela las usaba porque sería lo más barato para encender en aquellos tiempos de miseria que le tocó vivir. Una palomilla por cada difunto, yo encenderé una vela por todos los familiares que se adelantaron en el camino. Pero sigamos con el Halloween...
Si nos damos cuenta, en la noche de la Víspera de todos los Santos, en la de antes, qué habia... pues hemos dicho que había historias de miedo contadas de unos a otros, velas, palomillas, flores en las tumbas...
Pero falta algo, señores, algo muy propio de los vivos: la comida.
Mi abuela hacía gachas en estas fechas y arroz con leche, pero son famosos los huesos de santo, roscos de vino y pegarse un homenaje en familia, merendando o lo que sea y en definitiva, en recuerdo de los difuntos con actos muy de vivos.
Pues todo eso no mueve tanta pasta como los disfraces y las fiestas en los pubs adornados para la ocasión, dando de lado nuestro folklore para asimilar el de otro pueblo, asimilando, de nuevo, una fiesta orientada al consumo y para nada a la reflexión, por la vida y su inevitable destino.
La muerte tomada en tono de disfraz...¿para qué? ¿para que no te encuentre?¿Acaso piensas que si te disfrazas de muerto, ella no sabe que estás muy vivo y que vendrá a por tí en el día y hora señaladas?
La idea de la muerte nos aterroriza a todos y nuestra sociedad, en los últimos tiempos, frivoliza con ella, dándole de lado todo lo que puede a un destino ineludible para todo ser vivo.
En estos días de difuntos, de muertos, de familiares que marcharon, si perdemos ese contacto, ese recuerdo y hacemos un nuevo día para la compra de, admitámoslo, disfraces propios del carnaval, conseguiremos dos cosas:
*Que el tío de la tienda donde compramos todo sea más feliz.
*Frivolizar con la muerte y huír de la realidad puede hacer que crezca nuestro pánico al hecho de sólo pensar en ella.
Prefiero las leyendas de Becquer (la cruz del diablo, el miserere, el monte de las ánimas) que un carnaval de segunda fila. Que cada cual haga lo que quiera, pero prefiero celebrar mis tradiciones, aunque nade a contracorriente.
Feliz noche de halloween,víspera de difuntos o de lo que sea. Pasadlo bien con elección propia.
"Felicitaciones para la noche del diablo"
Michael Wincott en El cuervo, 1993
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