jueves, 15 de septiembre de 2016

Obsolescencia programada

Recuerdo mi primer teléfono móvil, para no hacer publicidad, no daré marcas, pero fue un aparato no mucho más grande que el que uso ahora, aunque sí mucho más grueso. Los teléfonos de ahora son verdaderas maravillas de la técnica y en tu bolsillo no sólo llevas ese aparato que te permite hablar con otra persona en cualquier parte del mundo, también llevas un pequeño estudio de grabación portátil, una cámara de fotos en algunos casos alucinante, una grabadora, tu agenda personal y lo mejor de todo: Internet.
Así que los teléfonos móviles pasaron de ir reduciendo su tamaño y ocupando cada vez menos en nuestros bolsillos, a crecer hasta ofrecernos pantallas táctiles más grandes y de mayor resolución que nos permiten ver películas y vídeos con total nitidez  en cualquier parte.
Mi primer teléfono, como solían decir los abuelos, "entregó la cuchara" de mala manera: lo cambie por otro más pequeño al que la batería le duraba mucho más, la compañía me lo regaló a cambio de renovar el contrato.
Aún poseo ese teléfono, guardado en un cajón. La batería le duraba una semana sin recargar una sola vez y eso que le daba caña hablando por él durante la misma. Resistente a golpes, indestructible y fiable como jamás tuve otro, fue presa de la misma estrategia que el anterior... conseguí otro más pequeño. El diseño de éste último era una pasada, tenía una puertecita que ocultaba la pantalla y  luces de colores que se encendían cuando te llamaban, era muy pequeño. Sólo tenía un defecto, la batería me duraba tres días hablando lo que yo solía hablar. Aquello era frustrante. Con el paso del tiempo la batería cada vez duraba menos hasta que llegó de nuevo el tiempo de renovar el contrato y obtuve otro terminal...
Esta historia, seguro que es la de todos, y no sólo con los teléfonos móviles, sino con casi todo, por no decir todo. Y da igual que sea un aparato caro o no, su tiempo final esta grabado a fuego en sus componentes internos. Es la obsolescencia programada.
Vivimos en una sociedad basada en el consumo por el mero hecho de consumir, si no existe una necesidad sobre un producto, se crea, y lo que interesa es que ese producto cambie rápido, se quede anticuado, se averíe o quieras mejorar lo que tenías aunque funcione.
Todos mis móviles los cambie funcionando...
Remamos en las galeras del consumo,una prisión agradable en la que nos gusta permanecer, comprar nos relaja, nos hace sentir libres, de elección, de decisión y nos da prestigio social según qué productos poseemos.
Paseamos por los centros comerciales sin un rumbo marcado, con un cartel colgado del cuello que dice "compro lo que sea que esté a mi alcance, ya decidiré después si me es útil", recorremos los pasillos de la misma forma que antes se recorrían las calles de nuestra ciudad, paseando sólo por pasear, con una diferencia: muy posiblemente, el paseo por el centro comercial nos va a costa más dinero que el que damos por las calles de nuestra ciudad, y lo mejor de todo, es que ni tan siquiera salimos a comprar, sólo a pasear...
Observad la próxima vez que vayáis a una gran superficie cuánta gente hay realmente comprando y cuántos miran productos sólo por mirarlos. Como aquellos zombies que Romero retratara en su fabulosa Dawn of the dead, en 1978, así caminamos por entre los pasillos de los centros comerciales, sin rumbo, hasta ver ese producto que covertimos en nuestra presa y sobre el que todos nos avalanzamos para "devorarlo", como los zombies de aquella vieja película...
Naturalmente, esos santuarios  de lo innecesario, cuentan con una zona para el descanso del guerrero: la cafetería.
En la cafetería, no sólo reponemos fuerzas para continuar las compras, allí es donde nos vemos las caras y donde nos pavoneamos aún más, pagando incluso más por lo mismo que nos tomamos en otro sitio, pero es la cafetería del centro comercial, incluso hay quien sólo va al centro comercial a la cafetería, aunque casi siempre, sueles enganchar algo en tu camino por las distintas secciones que te conducen hacia dicha cafetería.
Publicidad, necesidad real del producto o no, todo tendrá su fin en la obsolescencia programada, que pondrá de nuevo al comprador en la casilla de salida, con la misma necesidad que cuando empezó, si acaso, su ansia será aún más voraz. Pensamos que la felicidad estará en poseer más. Prestigio, mejora, avería... Lo cierto es que nada se repara o casi nada, sale más barato comprar el nuevo modelo y el antiguo a la basura.
Estamos convirtiendo nuestro mundo en un vertedero. No soy economista, ni mis capacidades tal vez den para mucho, pero a poco que uno piense, se da cuenta de que en un planeta de recursos limitados, el consumo exhacerbado, inútil y desmedido, dará al traste con todo.
En la naturaleza, nada es un residuo, todo se reutiliza y de nuevo entra en el ciclo vital. Afortunadamente, se empiezan a ver cambios en la mentalidad no sólo de los consumidores, sino de las empresas, poco a poco, la idea de que un objeto sea reciclable se impone en la sociedad. El quid de la cuestión reside en que el consumo crea empleo y nuestra sociedad crea riqueza, sin objetivo, sólo ir a más, basándose en el consumo. hay que encontrar un equilibrio entre ese consumo y el retorno de las materias al circuito productivo, para que, como en la naturaleza, el fin de la vida útil de un objeto no sea un vertedero, sino un nuevo objeto o su participación en la creación de uno nuevo.
Así que, como en tantas y tantas ocasiones a lo largo de la historia de la humanidad, el hombre, una vez más, para avanzar, debe fijarse en cómo funciona la naturaleza, que nos está diciendo a gritos cómo debemos tratar lo que producimos cuando ya no lo necesitamos o deja de servirnos.
Pensad por un momento... qué cosas son imprescindibles para vuestra vida, llegareis a una conclusión curiosa...
Os recomiendo un documental  titulado "Comprar, tirar comprar". Os aseguro que cuando lo veais, no os dejará indiferentes...
 

"El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será demasiado pequeño para la avaricia de algunos"

 Ghandi

No hay comentarios:

Publicar un comentario