Fueron
unos amigos inseparables en mi infancia, de los que aprendí muchas
cosas como que se podía descender al centro de la tierra, perseguir
vampiros por media Europa o viajar obsesivamente tras la estela de una
fantasmal ballena blanca...
Recuerdo
claramente cuál fue el primer libro que leí: una versión abreviada
especialmente diseñada para niños de Moby Dick de la editorial Bruguera,
a principio de los 80. La leí varias veces. Fue un regalo que me hizo
mi madre por mi cumpleaños, comprado en una tienda de prensa, tebeos y
revistas de una amiga suya, hoy reconvertido en local de bocadillos...
Leer
siempre me apasionó y cada cumpleaños se convirtió en costumbre que mi
madre me regalase un libro. Julio Verne fue el primer autor del que leí
un libro completo, sin cortes, integro. Fue de la colección Tus Libros
de Anaya. Mi madre me preguntó aquel año qué libro quería y yo dije que
Viaje al centro de la Tierra, no especifiqué ni editorial ni nada más.
Apareció
con un libro de pastas duras, de color blanco, con profusión de
ilustraciones en su interior, ilustraciones que en las primeras páginas
del libro se decía que eran las originales de la edición que saliera en
su tiempo...
Me
encantó ese libro, no sólo la novela, sino lo físico del libro, sus
tapas duras, el blanco, sus dibujos, su olor a libro nuevo y en
definitiva, su estética de libro clásico. Por aquel entonces, no reparé
en nada más que no fuese la novela propiamente dicha, pasé de apéndices,
comentarios y resto de aportes que esta fabulosa edición ofrecía.
Al
año siguiente, mi madre volvió a preguntarme por mi cumpleaños, pero
recuerdo que por algún motivo, ella no fue directamente a comprar el
libro que le pedí, sino que me dio el dinero y fui yo a la que era mi
librería por excelencia.
En
una esquina de una de las calles más céntricas de mi barrio, se
disponía una librería con solera, para mí lo era, al menos, pues allí
compraban mis padres los libros de texto de la escuela y siempre los
tenían todos, yo pensaba que esa librería debía ser muy importante y que
el dueño tenía una suerte fabulosa, al estar rodeado todo el día de
libros.
Bien, como digo, fui a esa librería y pedí mi libro...
- Hola - dije.
- Buenas tardes -respondió el librero -.
- Quería Drácula, de Bram Stoker
Tras
asentir con la cabeza, el hombre se volvió y tomó un ejemplar que tenía
en una estantería bastante cerca del mostrador, un ejemplar que no
pertenecía a la colección de Anaya, tampoco le había pedido ninguna en
concreto.
- ¿No lo tendría en la colección de Anaya, Tus Libros?
Pronuncié aquella frase sin pensar, de hecho, cuando acabé de hablar me había dado cuenta de que fue un acto reflejo.
El
hombre volvió a dejar el ejemplar de Drácula en su estantería y
desapareció por una cortina que daba acceso a un pequeño almacén.
Y
allí estaba...en la colección Tus libros... Drácula... Sobre el
anteriormente mencionado blanco, un murciélago de oscuras alas volaba
dejando tras de si la silueta de una neblinosa Londres, las nubes del
crepúsculo le servían de manto al murciélago y de sudario a la ciudad.
El nombre del vampiro destacaba en rojo sangre junto con el de su autor y
un gato negro con el pelo erizado frente la Luna acompañaba toso el
conjunto.
Anaya volvía a estar a la altura de mis expectativas, más aún, las había sobrepasado.
Los
dibujos del libro, en esta ocasión diseñados para esa edición, se me
antojaron como salidos de un pastoso sueño, el sueño hipnótico al que te
induce el vampiro... y sucumbí a su poder...Leí Drácula en tres días,
no podía parar, cada página, cada dibujo, cada palabra me transportaban a
los agrestes paisajes transilvanos, el castillo, la figura del conde,
los atardeceres...
Recuerdo
que al año siguiente, de nuevo por mi cumpleaños, volví a tomar aquel
libro en mis manos y lo volví a leer, en aquella ocasión, mi madre me
regaló otra cosa que no recuerdo.
Pasó otro año y esta vez me anticipé, pidiendo yo un nuevo libro de Anaya: Frankenstein.
Mismo recorrido, misma librería, mismo tendero, misma editorial, misma edición...
No logró llegar a la intensidad de Drácula y en cierto modo, me decepcionó porque me resultó demasiado corto...
He
leído Drácula en más de cinco ocasiones, lo tengo en varias ediciones
de diferentes editoriales, pero como aquella de Anaya... no sé... tiene
algo, una magia especial.
Varios
ejemplares de aquella estupenda colección descansan en mi biblioteca,
ocupando un lugar de privilegio en los estantes, a buena altura, por
encima del resto, porque como le viene a decir a Clint Eastwood el
personaje que se encuentra sentado en lo alto de una escalera en Fuga de
Alcatraz (Don Sieguel, 1979), cuanto más alto te sientas, mayor es tu
categoría...
Tus
Libros tenían notas a pie de página, contexto histórico, biografía del
autor y comentarios sobre el contenido. Un cuidado por la edición
exquisito, se notaba el cariño con el que habían sido creados, el
respeto por el joven lector que se acercara a ellos, a los clásicos y,
en definitiva, el buen gusto, un trabajo bien hecho, una presentación
inmejorable.
Tus
libros fueron creados con toda la intención de presentar unos textos
hechos para durar muchos años, la calidad del papel es muy buena, el
tiempo no ha hecho amarillear ninguno de mis cuidados volúmenes, salvo
Drácula, cuyas pastas comienzan a sentir el abrazo de los poderes del
tiempo que todo lo consume en su crisol de los años.
Anaya
ha sacado a la calle "Tus libros selección" y ya no gozan de la misma
estética, son más "normales". Creo que si una cosa funciona no hay que
cambiarla, pero entiendo que el tiempo es distinto de aquellos 80 y 90
en los que esta colección nos metió de lleno en la lectura a muchos de
nosotros.
Pero
para el que quiera volver a aquellos libros, le diré que no resulta
difícil encontrarlos a muy buen precio por la red. Yo he vuelto a
comprar nuevos ejemplares para acompañar a los que en su día conseguí
"recién hechos".
"Amigo mío, ese diablo es más listo de lo que muchos piensan. Él sabe cuándo encuentra a un colega."
Van Helsing
Gracias por la reseña. Comparto con usted muchas de los recuerdos con aquellas primeras lecturas. Yo también sentí la llamada de esta colección. Debuté con La guerra de los botones, de Pergaud, y el segundo fué el Viaje al centro de la Tierra. Desde entonces, es mi colección favorita. Un saludo cordial. J.
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