El fin de semana pasado, con las temperaturas anunciando ya el final del verano y el otóño asomádose tímidamente, estaba en casa, sin hacer nada en concreto, cuando, de repente, me asaltó una idea: mis viejos cassettes.
Los busqué en el trastero y junto a ellos, tuve un reencuentro con un viejo amigo: un Sanyo M-138 que guardé hace ya muchos años, en su caja original.
Limpié el polvo, abrí la caja y su apariencia aún era muy buena, incluso el manual de instrucciones estaba dentro, junto a su simpático micrófono.
Tomé todos los cassettes y una pequeña fuente de alimentación que estaba junto al Sanyo, mira que le he dado tralla a esa fuente, si funcionaba, sería casi un milagro.
Conecté todo a su voltaje y polaridad correctos, accioné los mandos del Sanyo, sin cargar ninguna cinta y... comenzó a girar.
Siguiente paso: ver si realmete funciona.
Tomé una cinta de música que grabé de la radio hace ya eones de tiempo y accioné el play...
Funcionaba perfectamente.
Pasé más de una hora poniendo y quitando cintas, unas grabadas por mi, otras originales, canciones y programas de radio sobre temas paranormales se alternaban.
Recordé el trabajo que me costaba obtener aquel material, simpre procuraba eliminar los anuncios, empalmes de grabaciones aquí y allá, mientras ese pequeño objeto perteneciente ya a una época extinta, giraba de manera mágica, mecánica...
Siendo muy niño, recuerdo que me fascinaban aquellos cassettes, el poder guardar lo que decía, recordé que de aquella época, los ochenta, debía quedar alguna cinta en la que pudiese escuchar mi voz cuando me ponia a grabar todo lo que se me ocurría.
Entre las cintas de música, comencé a identificar todas y cada una de las que recordaba que usé de niño.
Encontré una en la que mis padres grabaron mi voz allá por los 70, pero lo realmente increíble no era escuchar mi voz con tan pocos años, cuatro o cinco, lo increible es que comencé a recordar aquella escena de mi padre colocando la cinta en otro Sanyo más grande que este que ahora tenía en mis manos (por ahí anda, ya sin funcionar el cassette).
Reuní todas las cintas y observé su estado a simple vista.
Unas parecían estar bien, otras en cambio, se veían más deterioradas, pero había una en concreto que estaba literalmente destrozada.
Esta última, fue una de las cintas que mi padre me ragaló para que me entretuviera grabando chorradas con siete u ocho años, y la mantuve en uso hasta la que fue su última grabación, machacando una y mil veces lo ya grabado. Dicha grabación fue la banda sonora del juego Robocop para Spectrum, así que, fue en 1989.
La carcasa estaba sin tornillos, el contenido de la cinta se caía, faltaba la esponjilla que prensa la cinta contra el cabezal... aquella cinta no se podía poner en marcha bajo ninguna circunstancia.
Decidí pasar todo eso al ordenador y comencé por las que mejor se encontraban, mientras, tomé la carcasa de una cinta buena, quité todo lo de dentro e introduje el contenido de la que estaba hecha papilla.
La introduje en el Sanyo y... comenzó a sonar.
No me lo pensé dos veces y le di a pasarlo al ordenador.
Cuando ya había copiado la primera cara y la segunda corría sin problemas... se partó la cinta.
Nada que no se pueda solucinoar con un poco de adesivo de los que uso para unir película super 8, vuelta a montar y acabé esa grabación.
Ahora descansa ya de nuevo en su vieja carcasa sin tornillos y machacada, como un viejo pergamino que apenas puedes mirar, pero su contenido se ha salvado...
Mientras copiaba mis viejos cassettes, pensaba en cuánto esfuerzo me costaba poder tener uno sólo de ellos y hoy, tenemos tal cantidad de documentos sonoros que asusta.
Es para hacer un artículo a parte, contando, lo que los de mi edad estamos contando hoy por hoy sobre estos pequeños objetos que democratizaron la música a pesar de su baja calidad.
¿Sufrirá un renacer eñ cassette como lo ha vivido el vinilo?
No me atrevo a decir ni que sí ni que no, pues ni en mis mejores sueños hubiera podido adivinar que se volverían a editar vinilos.
El casssette es más de garaje, más imperfecto y puede que ese sonido imperfecto, lo busquen las nuevas generaciones.
Lo digital es una maravilla que te permite tener miles de archivos en un espacio reducido y a una calidad sublime, pero estos artilugios tienen un encanto especial que va más allá de los que como yo los rebobinábamos con un boli Bic para ahorrar pilas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario