No hace tanto, te levantaban para ir al colegio, cogías la cartera y el bollicao y te arrastrabas sin ganas hacia aquel maldito edificio donde te robaban lo mejor de la vida: la infancia (luego descubrí con el tiempo que no me la robaban...bendita la hora en la que me obligaban a ir...).
Pues de aquel tiempo vamos a hablar ahora, no precisamente del colegio, aunque sí aparecerá como un escenario más, porque dime...¿Acaso a tí nunca te dieron cromos a la salida del colegio?
Aquel gesto de generosidad impagable que tenía quien fuera, ni nos importaba, que enviaba a una persona para que repartiera unos cuantos albumes y unos sobres de cromos por los que ponía en juego literalmente su integridad física, sería recompensado horas más tarde con la búsqueda del album en el kiosko de la esquina y las dichosas estampas... con el dinero de tus padres, por supuesto.
Estoy seguro de que todos los que teneis ya mis años, recordais aquellos fabulosos albumes de FHER, con sus SUPERHEROES, los de la liga, los cromos de los Bollicaos, con su aroma a chocolate y pringue correspondientes... a fin de cuentas, uno no era tan remilgado como es hoy, todo era más sencillo...
Los cromos no eran como los de hoy, que son pegatinas brillantes para los que a veces hay que usar gafas de sol para verlos, de tanto que brillan, sino que eran de cartón del bueno y había que pegarlos con pegamento y pringar todo el album, que crujía más y más a medida que se iba rellenando... eso eran cromos...cromos rudos, para un mundo rudo, donde si te caías jugando en la calle con los amigos, encima te daban una buena hostia tus padres por "pringao"... hoy te llevan a urgencias y te hacen diecisietemil radiografías sólo por torcerte el tobillo mientras vas al colegio, mientras se busca un culpable externo.
Pues en ese tiempo, en el que la vida era simple, en el que salías a jugar con niños de tu edad a la calle, una aberración hoy en día nada más pensarlo, para eso están las consolas y los millones de amigos virtuales... antes con una pandilla de diez o doce era suficiente, ahora el mundo entero no es bastante... Como digo... en los ochenta, en esa época maravillosa que nuestra mente se encarga día a día de idealizar más y más (y que no pare), surgían cromos para que los coleccionara hasta el canario que tenías en la jaula colgado en el balcón de tu casa. Cromos de todo tipo, para niños, para niñas de dibujos animados, de la liga, de animales, para animales... y de monstruos...
¡Ah...ya os acordais! ¿Verdad?
¿Os acordais de esa colección que se llamó...Monstruos Diabólicos?
Os voy a refrescar la memoria con el nombre de un cromo que todos teníamos mil veces repetido...EL CARROÑERO...
Naturalmente estoy siendo sarcástico, pues jamás vi ese cromo del carroñero...sí se escuchaba por entre las esquinas, como rumor que mueve el viento, que al amigo de un amigo, de un primo del vecino del quinto, le había tocado.
Gasté mi paga semanal, domingo tras domingo y el puto carroñero jamás apareció, me dio tanta rabia que cuando la colección dejó de salir, le dibujé yo uno en su lugar y luego abandoné el album a su suerte... Inteligente que era uno por aquel entonces...
Monstruos Diabólicos venían en unos sobres de color negro con una de las figuras, no recuerdo cual, dibujada en él, a diez pesetas.
Los cromos eran de cartón, pequeños, y recortados tan toscamente que parecíera que lo hubieran hecho con cuchillas de afeitar usadas por la legión.
Lo mejor de todo y quizá la causa más probable de que hoy en día no exista apenas rastro del buscado carroñero, es que al completar el album, si lo entregabas en la tienda, te daban un pedazo de regalo: un madelman, una camiseta... menos mal que nunca llegue a terminarlo, porque hoy en día me hubiera dado contra las esquinas sólo de pensar que hubiera cambiado aquella maravilla de album con tan marcado olor pulp por semejante baratija. Desde aquí quiero enviar mi más sincero apoyo a aquel chaval, amigo de un amigo, de un primo del vecino del quinto, que lo cambió por la puñetera camiseta... debió de disfrutarla horrores cuando con el paso de los años, se enterase de que por un album completo de Monstruos Diabólicos puedes pedir lo que quieras y no es broma, si lo encuentras, porque lo más que podría un servidor permitirse es una réplica para colgarla lo más cerca posible del techo, para que ningún entendido pueda ver que no es el autentico, mientras le niegas una y mil veces que no se lo descuelgas de la pared debido a la humedad...
Pues pasó el tiempo, no recuerdo muy bien si la primera vez que aquellos queridos monstruos, mezcla de violencia e ingenuidad (una violencia de la que hoy mi sobrina de tres años se mofaría en mi cara y los usaría para adormecerse en las siestas calurosas del sur), aparececieron en torno a 1985 u 86... no sé... pero volvieron...
Y esta vez estaba dispuesto a completarla. Compré más cromos que gotas hay en el mar, abandoné, temporalmente, mi afición a coleccionar sellos, y dediqué todo mi arsenal económico a comprar sobres. El tío de la tienda y mi padre, ya se hablaban de tú y todo, pero a mí, el carroñero, no me salía...no me salía...no me salía...hasta que la colección acabó.
Esta vez el amigo del amigo del primo del vecino del quinto ni asomó la gaita, con lo cual, ningún mortal del barrio consiguió el regalito de las narices...
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra... el cartón-album acabó de nuevo en la puta basura... todos mis esfuerzos al traste y juré no coleccionar ni una vez más cromos de ningún tipo... juramento que por supuesto rompí nada más aparecer los cromos de la liga del año siguiente... esos sí que eran fieles...esos albumes eran palabras mayores, podías pedir los que te faltaban a la editorial, no como los de los monstruos y la mágia del coleccionismo, volvía a ilusionarme...
Nunca tuve demasiada suerte con los albumes, pues tan sólo logré completar uno de coches que con el tiempo, como no y para no olvidar la tradición familiar de largarlo todo una vez terminado, acabó en la basura. Hace unos años, lo encontré por cuatro perras, el de los coches, me refiero, y lo compré más que nada por nostalgia... buena inversión, ha multiplicado su valor varias veces a día de hoy y es que se ve que esto de las estampas es algo rentable. Basta con observar los precios de los albumes de fútbol de ligas pasadas.
Pero... por qué seguimos coleccionando cromos.
En mi ciudad, los domingos se cambian cromos en un bulevar del centro... y no son precisamente niños los que más cambian, sino adultos, con sus hijos al lado, por supuesto, pero con la misma sonrisa dibujada en su rostro de cuando te cambiaban en el colegio ese cromo que te faltaba y es que yo creo que, con lo de coleccionar cromos, lo que pasa es que es una forma de mantener vivo sin demasiado esfuerzo a ese niño que todos llevamos dentro y al que no nos resignamos a dejar crecer jamás...
Para acabar por ho yme hago una pregunta que me lleva martillenado años desde aquel entonces en la que el amigo del amigo de un primo del vecino del quinto cambió el album por una camiseta, que luego lucirían muchos por el barrio de uno de los personajes del album que era algo así como una calavera con el cráneo abierto, mostrando los sesos, y es ¿dónde acabaría esa camiseta? ¿como trapos para al polvo?
Para acabar por ho yme hago una pregunta que me lleva martillenado años desde aquel entonces en la que el amigo del amigo de un primo del vecino del quinto cambió el album por una camiseta, que luego lucirían muchos por el barrio de uno de los personajes del album que era algo así como una calavera con el cráneo abierto, mostrando los sesos, y es ¿dónde acabaría esa camiseta? ¿como trapos para al polvo?
Ay Carroñero, Carroñero... eres el monstruo que más quiero...