Ha pasado mucho tiempo desde la última vez y aunque a todas luces parecía que me había ido, jamás me fui del todo.
Durante todo este tiempo no he dejado de ver cine como está mandado: en una sala de pantalla enorme, con las luces apagadas y el olor a palomitas, porque por muchos "kas" que tenga la pantalla de tu casa, jamás podrá igualar a todo ese acto ritual de acudir a una sala, sacar tu entrada compartir con otros como tú esa mágia que brilla cuando se apagan las luces...
Pero a veces, las exigencias del guión de la vida te piden dejar todo a un lado para poder avanzar.
Continuaremos en nuestro pequeño rincón, con la puerta entreabierta para el que quiera entrar...