viernes, 28 de abril de 2017

Hasta mañana

Esa amante caprichosa que te seduce cuando menos lo esperas y sucumbes a sus encantos sin pensarlo.
Cuando te abraza, sientes como su tremenda fuerza recorre todo tu cuerpo, toda tu mente, todo tu yo.
Nada hay como tener algo que contar y saber escoger cada palabra según tus capacidades, quedar satisfecho, medianamente, en la primera lectura, saber que puedes perfilar, pulir como un diamante, lo que has escrito...
Te acompaña a diario, sin que notes su presencia. Como un fantasma que sólo tú puedes ver, camina a tu lado, susurrando historias muy cerca de ti, tan cerca que nadie más puede escucharlas, te aconsejo que tomes nota de todo lo que te vaya diciendo, porque si no la escuchas, puede que cuando intentes recordar lo que te dijo... todo se haya esfumado.
Nada la detiene, salvo ella misma. Se alimenta de tu imaginación, entorno, vivencias, de todo tu "yo" y te devuelve una dádiva que brilla como el Sol: satisfacción.
Cuando está de tu parte y la complicidad entre ambos es total, las letras, notas, pinceladas surgen a borbotones... Es como correr al lado de alguien a toda velocidad sin que ninguno de los dos se canse... quieres más... sabes que puedes correr más...
Nada hay como ver una obra terminada...¿o sí?... Mejor que ver una obra terminada es sentir tras de ti, ese soplo de viento imperceptible, inapreciable casi, el susurro que de ininteligible, al principio, se torna más y más tangible, tomando volumen, consistencia, hasta que llega el momento de comenzar una nueva historia... y es en ese justo instante en el que sabes que ella aún está a tu lado... sí... no te abandonó... sólo necesitaba dormir unas cuantas lunas en esos "brazos del dragón" que el mago Merlin nombraba en Excalibur.
Sabes que puedes hacerlo, aunque todo sea confuso, te vuelca de repente lo que quiere, eres tú quien debe ordenarlo y darle forma, ella es muy impulsiva y no tiene paciencia, debes calmarla, dosificar su energía, no te escuchará, pedirá más tiempo, un poco más, aunque sea tarde, aunque mañana madrugues, pero sabes que si la abandonas un instante, puede que mañana, cuando estés sentado esperando su llegada a la hora de siempre, no haga acto de presencia... Como sabes eso, continúas, hasta saciar su sed, hasta acabar su cáliz...
Se marcha al término de esos mágicos momentos. Su dulce "hasta mañana", que tú relacionas con el día siguiente, pero ella no, ella no entiende de tiempos ni de relojes, ni jornadas, para ella "mañana" puede ser dentro de diez años... Tú los habrás envejecido, pero ella no, seguirá intacta, perfecta, como sólo tú sabes que la puedes ver, y volverá con el mismo ansia de tiempo, de correr, de contarte, y deberás volver a frenar su ímpetu...

Pero...¿Estamos a merced de su capricho? ¿Sólo la tendremos cerca cuando ella desee estar a nuestro lado?
Es cierto que es tozuda como sólo ella puede serlo, cabezota como la mejor tauro, tienes que hacer lo que ella quiere, cómo y cuando quiere, no te deja elección, y será cuando ella diga y no antes y se hablará de lo que ella quiera y a ti, te encantará.  Por eso, debes prestarle toda tu atención. Da lo mismo que sea una historia contada ya mil veces o mil veces escrita, eso no importa, será tu historia, contada por ti, sólo tú puedes contarla como tú la contarías, olvidalo... debes darle tu enfoque, único en el mundo entero, tu estilo, y trátala como si escribieras de ello por primera vez, como si a nadie se le hubiese ocurrido una historia así, de esa manera, contarás lo que otros contaron, pero con tu sello personal. Si tú no la escribes de la manera en que tú la escribirías... nadie lo hará...
Entonces... cuando se aleja y pasan los días y la esperas, noche tras noche, sentado frente a la ventana de la pantalla del ordenador, donde la viste por última vez alejarse mientras te decía su "hasta mañana", ¿no podemos hacer nada salvo esperar a su caprichoso retorno?

Se puede hacer algo: seducirla... atraerla hacia ti con esa llamada que sabes que escuchará por muy lejos que se encuentre, por muy profundo que haya sido su sueño, no debes suplicarle, no, debes hacer que de nuevo vuelva sus ojos hacia ti y corra a tu lado...

Pero no creas que te dará esa historia que esta vez esperas escribir, ese cuadro que pintar, esa canción que componer... no... será la historia que ella quiera, la pintura que desee pintar o la canción que  ansíe crear, debes dejarte llevar por su fresca corriente de cristalinas aguas y observar...
Cada cual sabe cómo hacer que vuelva, esa seducción que la atraiga, en mi caso, con música, la música adecuada a lo que quieres hacer, y cuando aparezca, dejar que ella lleve el paso de baile, a su ritmo, si te da un pisotón, disimula, sigue bailando, no pares, hasta que sea ella la que diga "adiós", sabrás que ese momento ha llegado, cuando el baile se detiene, sin más, se apaga la música, aunque tengas los auriculares a todo trapo, ya no los escucha, ha decidido marcharse de tu lado y  nada  hace que vuelva la vista atrás, una vez te ha dicho "hasta mañana"...



Nota: Empecé esta entrada sin saber que escribir, quería escribir sobre algo, pero no sabía sobre qué. Inmerso en ese lago oscuro de negras aguas de cerrazón mínimamente creativa, decidí escuchar la banda sonora de Dragon Heart, 1996, de Randy Edelman. Y ella acudió a mi llamada...